La discapacidad física es una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo (entre todas esas personas me encuentro yo). A menudo se asocia con limitaciones evidentes en la movilidad, la comunicación o la independencia, entre otros. Sin embargo, en este artículo, quiero ir más allá de las limitaciones físicas y profundizar en el impacto psicológico de la discapacidad.
Desde la psicología, para la discapacidad física es esencial promover la inclusión, el apoyo y la calidad de vida de aquellos que la experimentan.
A menudo, me enfrento (y me enfrentaré) ante barreras en la accesibilidad, en la educación, en el empleo y en la participación en cualquier otra actividad que se me presente. Estas barreras (si no tienes “un buen día”) pueden dar lugar a sentimientos de aislamiento, discriminación y baja Autoestima. Además, pueden presentar desafíos significativos en el día a día que van más allá de las limitaciones físicas evidentes.
Una de las cosas que me gustaría dejar claras es que LA DISCAPACIDAD FÍSICA NO DEFINE A UNA PERSONA, PERO PUEDE INFLUIR EN SU EXPERIENCIA DE VIDA DE MANERA SIGNIFICATIVA. ¿Qué quiero decir con esto? Que es importante reconocer que las discapacidades físicas no son simplemente problemas individuales de salud, sino que también están influenciadas por el entorno social y las actitudes hacia la discapacidad.
Otro tema importante que quiero señalar acerca de la discapacidad (sin hacer distinción de los tipos que hay), es el CAPACITISMO. El capacitismo es aquella discriminación y prejuicio que se basa en la capacidad física o mental de la persona y que perpetúa la desigualdad creando barreras para la inclusión. Ejemplos en los que nos podemos enfrentar son:
1. El uso de comentarios condescendientes: nos elogian por realizar tareas comunes, como vestirnos, comer, etc. como si fueran hazañas extraordinarias.
2. Pensar que somos «inspiradoras» simplemente por existir y tener discapacidad: esto quiere decir que por llevar a cabo nuestras vidas cotidianas (como cualquier persona), somos «inspiradoras», lo que puede ser de nuevo condescendiente y minimizar así nuestros logros reales.
3. Ignorar la accesibilidad: ¿Cuántos lugares públicos aun no son accesibles? Esto nos hace que sea difícil o imposible participar plenamente en la sociedad. Uno de los lugares donde aún me enfrento a esto son en los probadores de ropa. Sí, no hace falta que un lugar tenga escaleras para decir que no es accesible para personas que vayan en sillas de ruedas. Siempre que intento probarme una prenda de ropa en una tienda, me encuentro que el probador que “supuestamente” está destinada para nosotros está ocupada por cajas de ropa, colgadores de ropa, etc. Para un único probador que tenemos y lo mantienen ocupado como si fuera un trastero ¡ES MUY FRUSTRANTE!
4. Paternalismo: esto quiere decir el trato que se da a las personas con discapacidades de manera infantil, como niños: en muchas ocasiones, a pesar de mi edad, he sido tratada así, lo que ha socavado tanto mi autonomía como mi dignidad como persona (nada agradable para los que lo sufrimos). Uno de los lugares donde más he vivido esto han sido en hospitales, cafeterías, tiendas de ropa, etc. donde para explicar algo referente a mí se lo decían a mi acompañante como si yo no estuviera ni tuviera que ver conmigo el tema.
5. Enfrentamiento a estereotipo negativos: esto pasa mucho sobre todo en el ámbito laboral donde muchas veces se asume que somos incapaces de trabajar o contribuir de manera significativa en este ámbito.
6. Usar un lenguaje despectivo o peyorativo: Utilizar términos despectivos o peyorativos al referirse a nosotros, perpetúa la estigmatización y la discriminación. Cuando era pequeña, aproximadamente 10 años, me compraron mi primera silla de ruedas eléctrica. Para mí era un sueño porque me iba a dar más independencia para ir de un lado a otro sin tener que pedir más ayuda de la que por sí necesitaba. Pues un día, en el colegio, sin querer pillé el pie a una persona (estas sillas pesan bastante). La respuesta que obtuve por su parte fue “estas sillas de ruedas deberían de estar prohibidas”. Ese comentario me generó una culpabilidad me afectó a nivel emocional y psicológico durante mucho tiempo.
Para finalizar, te voy a dar algunos tips que puedes utilizar cuando interactúas con alguien que tiene una discapacidad.
1. Preguntar siempre antes si necesitan algún tipo de ayuda. Por ejemplo, con preguntas como: «¿Puedo ofrecerte mi ayuda en algo?»
2. Si sientes que la persona no se encuentra cómoda en una situación en concreto: «Cuéntame cómo puedo hacer que esta situación sea más cómoda para ti.»
3. No dar por hecho que una persona con discapacidad necesita de un apoyo en concreto, pregunta siempre antes. «¿Hay algo específico que necesites o prefieras en esta situación?»
Con este artículo quiero subrayar la importancia de considerar la discapacidad física como una faceta integral de la diversidad humana y no como un motivo de discriminación o restricción. Es fundamental que todos nos unamos en esta causa por la inclusión, la igualdad y el respeto hacia las personas con discapacidad, reconociendo que sus vidas poseen el mismo valor y significado que las de cualquier otro individuo.
Natalia del Moral Rodríguez
Psicóloga Sanitaria (Col. M-37638)
Experta en Inteligencia Emocional
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